Desperté con el retrato de Elianna en la mano.
Estaba en el estudio.
Y aún cuando volví a sentir un poco de desorientación pronto supe donde estaba y ya ni siquiera me preocupé por saber si me había quedado dormido y había soñado la última sesión…
o si había regresado después de tener la sesión.
Lo único de lo que estaba seguro es de que Elianna no estaba en casa.
Pasé el tiempo tratando de recordar.
Cada una de las mujeres con las que yo había salido.
Que había sentido.
Porqué las había dejado, o porqué ellas me habían dejado a mí.
Pero no me podía concentrar, y la verdad no encontraba nada de interés.
Lo único que mi mente podía repetir una y otra vez era
" la primera vez...."
…La primera vez con Elianna.
Elianna.
¿ Donde estaba Elianna ?
Me fui a casa.
Esta vez no llamé ni traté de buscarla.
Sabía que de alguna manera ella se comunicaría conmigo cuando ella así lo considerara conveniente.
Mientras tanto, mi frustración se concentraba en mi “ paciente” y me parecía demasiada coincidencia que mi relación con Elianna había comenzado a tener problemas cuando él apareció.
Si me podía deshacer de él, Elianna regresaría y yo estaría bien de nuevo.
¿ O era al revés ?
Si yo estuviera bien, Elianna estaría conmigo y él desaparecería …
Como quiera, tenía que seguir adelante y terminar el suspenso en el que me encontraba ahora.
Aunque tuviera que esperar por cada luna llena hasta que se resolviera mi vida.
¡ Já !
Eso si que era cómico.
El analista necesitaba del paciente para poder curarse !!!
Por la noche regresé al consultorio.
Abrí la puerta y por instinto la cerré pensando que me había equivocado.
Salí al corredor para asegurarme de que estaba en el piso correcto y regresé lentamente.
La llave giró con vida propia y entre el humo denso se distinguía su figura caminando alrededor de la mesa.
Una bola roja y dos bolas blancas jugaban un ballet sobre el verde del paño que cubría la mesa.
Sus golpes eran violentos a veces, suaves otras veces, pero siempre precisos.
Parecía flotar cuando paseaba alrededor de la mesa, preparando su siguiente tiro.
Su taco cubierto de un marfil tallado hace mucho tiempo
–“¿ Juega doctor ?”
–“ Hace años que no juego… ”
–“ Y yo hace siglos que juego. ”
–“ Yo prefiero el ajedrez. ”
–“ Si. Y supongo que para usted el ajedrez es el juego de la vida. ”
–“ En cierta forma.
Pero más que nada es un juego de personalidades. ”
–“ Demasiado intelectual para mi gusto.
Yo prefiero el billar.
…El juego del amor.
…Violencia, dulzura, control, balance…
cálculo, habilidad, coordinación.
¡Ah! Y el triángulo perfecto .”
–“ Pero no fue usted quién dijo que el amor no era un juego. ”
–“ Usted no entiende la diferencia entre el amor y este juego que es como el amor, pero no
es el amor."
El ritmo de los golpes, la danza de las bolas sobre el paño, el humo. Todo era tan hipnotizante.
Y de pronto tenía yo en mis manos un taco y estaba parado junto a él, preparándome para ver quién rompía.
Una bola blanca alineada frente a mí y frente a él, la bola roja.
Fue entonces que me percaté por primera vez que él utilizaba la bola roja para pegarle a las blancas.
¡ Pac ! Klonk … Klonk.
Una gota de sangre corriendo a manchar la pureza de las otras do blancas.
Una con fuerza y otra con dulzura.
–“ Para mí el juego consiste en salvar los obstáculos para llegar a la bola deseada, la que
está más allá de la primera bola y más allá de las tres bandas.
Y no es la habilidad la que me hace llegar, sino el deseo y la pasión…
Como en el amor.
Porqué si no hay que pelear por algo, entonces no hay pasión, y sin pasión,
no hay amor. ”
¡ Pac ! Klonk … Klonk.
Una gota de sangre corriendo a manchar la pureza de las otras dos blancas.
Una con fuerza y otra con dulzura.
¡ Pac ! Klonk … Klonk.
Una gota de sangre corriendo a manchar la pureza de las otras dos blancas.
Una con fuerza y otra con dulzura.
Todo bajo la luz de una luna llena que crecía… y crecía…
El sol me sorprendió sentado en mi consultorio.
La mesa de billar no estaba allí.
Todo estaba en su lugar y yo hubiera pensado que todo había sido un sueño si no hubiera sido por el taco de billar que sostenía en mi mano … tensa y adolorida después de haberlo tenido así por horas.