Tuesday, October 11, 2011

Sesión V:

La noche anterior fue, para no exagerar, un poco traumática.

Es decir, sentí que realmente necesitaba ayuda. En especial cuando bajó Elianna y prendió la luz.

Se me quedó mirando sin hablar, recorriendo toda mi persona con ojos de incredulidad y de rabia.

Después de 20 segundos que me parecieron 20 años (y ya establecimos que no soy muy bueno para juzgar el paso del tiempo) me dijo:


–“ Por lo menos te hubieras bañado … ”


Y sin más se regresó a la recámara y cerró la puerta.

La cabeza me estallaba.

Fui al baño para tomarme un par de aspirinas y entonces sucedió: Prendí la luz y en el espejo en vez de ver mi cara, vi a un desconocido. Con los ojos hundidos e hinchados... con mugre en la cara que revelaba los rastros de lágrimas secas por el viento...
Me tranquilicé un poco después de pasar una hora en la ducha caliente (o tal fueron sólo diez minutos, porque el calentador no da para una hora… ¡ Pero eso que importa ! )

Pensé por unos segundos ir a la recámara, a hablar con Elianna, pero me di cuenta de que no había nada que pudiera explicar porque yo mismo no entendía lo que pasaba, y la verdad es que no hay peor cosa que tratar de hablar con alguien sin saber lo que se quiere decir… eso sólo empeora las cosas. ( Miren quién está hablando, el experto ! )

Fatiga profesional… ¡ Eso es !

He estado trabajando demasiado y no me he detenido a pensar en cómo me puede afectar cada uno de mis pacientes si no hago una pausa para mí mismo...

¡ Claro ! 

Recuerdo que nos hablaron mucho de esto en la facultad.
Así que, a primera hora, lo que hice fue llamar a mi recepcionista y pedirle que cancelara todas mis sesiones de las próximas cuatro semanas. Esto me daría tiempo de pensar y de irme con Elianna a alguna parte en la playa, solos.
Tal vez si intento explicarle y está conmigo un tiempo, se dará cuenta de que no tiene nada que ver con otra mujer ( de hecho, eso sería más fácil de explicar que esto, ahora que lo pienso ).

Pero por lo menos, a lo mejor comienza a hablarme de nuevo.

Esta mañana ni los “ buenos días ”.

Escuché sus pasos y la puerta de la calle al cerrarse.

Después el ruido del motor de su auto que se alejaba.

El resto del día fue un tormento. Entre tratar de establecer que rayos me estaba pasando, la necesidad de estar trabajando y no estar allí, y pensar en lo que a su vez pensarían de mí mis pacientes
( ¡ Qué vergüenza ! )

… y el hecho de que Elianna no llamó en todo el día …

Bueno, por lo menos hoy no iba a tener otra “ “ experiencia ”.
Después de todo, las  “ sesiones ”  con mi “ paciente favorito ”  eran cada 28 días.

Aunque ni yo ni la recepcionista habíamos encontrado trazas de las citas, ni en el libro de consultas, ni en la cinta de la máquina contestadora, las citas se repetían con fatal puntualidad.

Tal vez debería ir a un psiquiatra 
(uno que sepa lo que está haciendo ).

No, eso no es una buena idea.

Puedo terminar en el manicomio, fácil,
o por lo menos fuera de mi práctica profesional...

¡ Ya sé ! Un jesuita.

De esos que además estudian psicología, y que si lo hago como confesión no pueden decirle a nadie …

(  Aunque hoy en día ya no se puede confiar ni en los sacerdotes, todos están abandonando y  “ re-evaluando ” … )

Tengo que calmarme y controlarme.

Tengo que verme a mí mismo como si fuera mi propio paciente.
Después de todo, para que sirvieron todos esos años de estudio y de dedicación…

…y no es porque me las dé, pero también de triunfos y de fama… considerado como uno de los terapeutas que mejores resultados ha obtenido en casos que ya se daban por perdidos.

Todas esas personas que ayudé a dejar el alcohol, las drogas, los maridos, los amantes, las madres… la esquizofrenia, los delirios, la co-dependencia, la depresión, las alucinaciones…

(-“ Cuando el paciente sufre de alucinaciones, tiene que comenzar por inducirle a que entre en contacto con realidades simples… en especial apoyándose en los sentidos como el tacto y el olfato… ” )

Si. Eso es.

Vamos a comenzar por cosas simples.

Estoy en el baño... es un baño común y corriente,
no es el baño de Cleopatra… no.

Si me pellizco, me duele.  ( ¡ Ay ! )
Si, si. Muy bien.

( Me siento tan ridículo. )

Mejor vamos a enfrentarnos a realidades más complicadas…

Recuerdo que cuando era pequeño tenía mucho miedo de subir a la azotea de la casa de mis abuelos porque se me imaginaba que en los cuartos de la azotea habitaban los muertos. Entonces lo que hacía era forzarme a ir a recorrer cada rincón de la azotea y de los cuartos hasta vencer el miedo que casi me paralizaba, pero aún entonces, sabía que la única forma de vencer la fantasía era palpar la realidad.

( Supongo que entonces no lo podía decir en forma tan literaria, pero el resultado era lo mismo. )

Yo iba a encontrarme con el fantasma hasta que éste no apareciera y entonces bajaba yo a la carrera, sabiendo que ese día, había vencido … vencido al miedo y al fantasma.

 ( Aunque tengo que confesar que no dejaba de tener la sensación de que alguien me observaba desde lo más obscuro del lavadero, y que había aparecido sólo después de que yo había revisado que no había nadie allí. )
Por lo pronto, yo sentí que tenía que subir a mi azotea para enfrentarme a mis fantasmas, y una forma de hacerlo era en el consultorio.

Eventualmente tengo que volver a mi consultorio y tengo que enfrentarme a mis fantasmas.

No puedo nada más huir.

Tengo que ir a reasegurar mi realidad.

Tengo que recuperar mi territorio …

…además… hoy no le toca sesión…

Era de noche cuando entré a la recepción y encontré el libro de consultas con las anotaciones de cancelación de las siguientes cuatro semanas …

Bueno, eso podrá arreglarse, tomará tiempo pero lo arreglaré, por ahora el daño está hecho y creo que si hubiera visto a mis pacientes en este estado, les estaría haciendo más daño que no viéndolos.


–“ Llega tarde doctor…
 (¡ Estaba sentado en mi sillón… !!!
     Pero si… ¡ Hoy no le tocaba ! )


       …y me temo que, además de no saber volar, usted ha perdido la        noción del tiempo. ”


No me diga.
Y también creo que estoy perdiendo la razón,
y de paso estoy perdiendo a mi mujer, por lo cuál procedí a contestarle con violencia:


_“¡ No !
       Usted no está aquí … usted no está sentado en mi sillón, y        ciertamente no ha pasado un mes !!!! ”


( Tengo que vencerlo, tiene que desaparecer.
Lo que es más :

El no está allí, y lo voy a probar sentándome en mi sillón. )
–“  Doctor:
       Antes de que se siente en mis piernas, le sugiero que vaya su        escritorio y vea la fecha en el diario que está colocado encima…

Perdí la concentración por un segundo  y no pude evitar hacer lo que me decía. En efecto, era el periódico con la fecha de hoy… viernes.

¡ Pero un mes a la fecha de la última vez que nos encontramos !

Creo que esto no estaba en mis planes.

       …¿ Porqué no me acepta doctor ?
       Esto de ser rechazado por mi propio analista es el colmo …
       …y como que no le hace nada bien a mi ego. ”


–“¿ Su ego ? …
   ¡ Já !
   ¿ Su ego ?
       ¡ Mi ego ! ”


–“¿ Qué hay con su ego?"
–“¡ Lo estoy perdiendo ! ”

–“ Eso no es necesariamente malo.
       Es un miedo natural, como el miedo a volar.
       Usted no está acostumbrado a volar. Tal vez por eso no puede        perder su… ego.
 
       ¿ O es al revés… como no puede perder su ego, no puede volar… ?
      
       Bueno. No importa.
       Lo que importa es que hay un miedo y hay que vencerlo… como lo        hacía cuando era pequeño. ”


Al decirme eso, ya no me sorprendí. Sólo me le quedé viendo y dejé caer los brazos en señal de rendición. Al tiempo que él me invitaba a recostarme en el diván.

Lo hice automáticamente. Sabiendo que tarde o temprano llegaría ese momento...

De hecho ahora creo que yo lo sabía desde que él entró por primera vez en mi consultorio.
–“¿ Podríamos hablar de volar? ”


le dije tímidamente.


–“ ¡ Ah !
       Uno de mis temas favoritos…
       ¡ Volar en la hora mágica, entre el crepúsculo y el amanecer !
       Cuando la noche y el día sensualmente se unen…

       ¡ Si !  ¡ Volar es maravilloso !
       Pero hablar de volar no es nada en comparación con hacerlo … ”


Entre el cansancio y el ritmo de su voz, fui soltando poco a poco cada una de mis tensos músculos hasta que me fui relajando y al final cerré mis ojos … y comencé a volar.

La luz del cielo era maravillosa, era luz de atardecer, que podíamos ver sólo porque volábamos a una enorme altura.

Y no sentía frío.
Pero sentía la velocidad en el viento que nos daba en la cara.

El sonreía.

Y de pronto se fue alejando y me dejó solo.

Y extrañamente, yo ya no sentía miedo.

Era como que mi miedo había desaparecido en el momento en que había hecho la decisión de volar.

Como que el miedo era a tomar la decisión.

Y ahora volar era excitante y al mismo tiempo tranquilizante.

Y a cada instante iba de un estado de ánimo al otro.

Y sabía a donde ir.



Aunque nunca había llegado volando, sabía como llegar porque en cierta forma ya lo había hecho muchas veces…

casi cada vez que hacía el amor con ella y ella me hacía volar…